En ocasiones, tanto padres como los profesionales del ámbito docente, damos más importancia a las cuestiones de tipo académicas que a las de tipo emocionales y afectivas. Parece que es más importante garantizar un rendimiento académico que ocuparnos con la misma presura del componete emocional.
En efecto, uno de los objetivos cruciales a conseguir ante sujetos que presentan déficit de atención con +/- hiperactividad es el de la mejora de la autoestima personal, importantísimo para forjar los pilares de la personalidad del individuo y que posibilitará una integración adecuada en la vida adulta, en áreas como la afectiva, social y laboral.
Y para conseguir un adecuado desarrollo de la autoestima personal, es necesario trabajar en el campo de las emociones.
Fue Daniel Goleman quien acuñó el término de Inteligenia Emocional en la década de los ´90, como la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos.
Las habilidades que hay que desarrollar para una mejora de la inteligencia emocional se pueden englobar en dos grupos:
1) Habilidades intrapersonales, de tipo internas y referidas al autoconocimiento:
- Autoconciencia, entendida como la capacidad de saber qué está pasando en nosotros y qué estamos sintiendo.
- Control emocional, o como regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado anímico y su forma de exteriorizarlo.
- Motivación, como capacidad de motivarse y motivar a los demás.
2) Habilidades interpersonales, de tipo externas, de relación con los demás.
- Empatía, o cómo entender qué están sintiendo otras personas desde su perspectiva.
- Habilidades sociales, para relacionarse de forma adecuada en los grupos sociales.
Por tanto, es de suma importancia el trabajo de padres y docentes en el campo de la competencia emocional.
"La emoción dirige la atención, y la atención dirige a su vez el aprendizaje", Robert Sylwester.
Para saber más:
GOLEMAN, D. (1998): La práctica de la inteligencia emocional. Kairós. Barcelona.