Este es uno de los principales puntos de controversia. Existen determinados colectivos contrarios a la administración de medicamentos para tratar el TDA/H.
Las investigaciones científicas más recientes, señalan que el origen del problema radica en la disfunción neurológica de determinados neurotransmisores, sobre todo la dopamina y la noradrenalina, y que la única forma de actuar sobre ellos y regular su cadena de síntesis es por medio de ciertos medicamentos.
La gran mayoría de especialistas (en los ámbitos clínico y educativo) constatan los beneficios y mejora de los sujetos que siguen tratamiento farmacológico.
Los componentes específicos más usuales para el tratamiento del TDAH son el metilfenidato (rubifen, concerta) y la atomoxetina (strattera).
La medicación ayuda a que el propio paciente sea capaz de interiorizar y regular una serie de estrategias conductuales, de aprendizaje y emocionales, de tal forma que gracias a la intervención multidisciplinar de la familia, la escuela, terapeutas, médicos, etc., se consiga una mejora en cada uno de estos ámbitos de la persona. Una vez retirada la medicación, el propio sujeto es capaz de regular por sí mismo sus procesos cognitivos, afectivos y conductuales.
SÓLO CON LA MEDICACIÓN LOS RESULTADOS NO SON LOS ESPERADOS.
Es necesario la puesta en práctica de terapias basadas en entrenamiento cognitivo, regulación de conducta y control emocional. Y sobre todo, es imprescindible que exista una buena comunicación y coordinación entre padres, docentes, terapeutas y médicos, para aplicar las estrategias acordadas en común.